Actualmente acuden a mis clases muchas alumnas que anteriormente han bailado danza oriental (o árabe, o del vientre), y suelen comparar las similitudes de unos movimientos con otros. "Se parece a la danza del vientre" comenta más de una chica...
Mi opinión es que no, a pesar de que si se ven bailar parece muy similares, en la práctica y, sobretodo en la ejecución de la técnica, son muy diferentes.
Cuando se compara con la danza Polinesia suele hacerse con la danza tahitiana, en concreto con el estilo Ote'a, ya que ambas danzas, árabe y tahitiana, tienen movimientos vibrantes y sinuosos de caderas, realizando estos movimientos de forma aislada del resto del cuerpo.
Ambas son un excelente ejercicio para la musculatura de la pelvis y del suelo pélvico. En este aspecto ambas son ideales en procesos de recuperación post-parto, o como prevención de incontinencia y desprendimiento de matriz. Están muy ligadas a la feminidad y sexualidad de la mujer.
La postura básica del cuerpo, en el caso de la danza árabe exige la basculación de la pelvis entera en una postura que estira la zona del sacro hacia abajo para darle la flexibilidad necesaria para ejecutar de los movimientos. Las piernas están ligeramente flexionadas para facilitar los movimientos.
Por otro lado, la postura básica de la danza polinesia también es con las piernas ligeramente flexionadas, pero la pelvis está relajada y libre para poder moverse en cualquier dirección. La principal diferencia la encotramos en los movimientos de la pelvis, ya que en la danza Polinesia se lleva atrás en prácticamente todos sus movimientos, y esto no sucede en la danza oriental.
Partimos del punto en que la danza árabe (también llamado Oriental o "del vientre") toma como base la danza egipcia, puesto que todos los pueblos árabes miran a Egipto en lo que a cultura se refiere. Podríamos distinguir distintos estilos (marroquí, egipcia, tunecina) pero lo que se "comercializa" es la danza egipcia, en algunos casos influenciada por el ballet clásico, como es el caso de las "belly dancers" americanas.
En cambio, las danzas de la Polinesia guardan su esencia al estar bien diferenciadas de una isla a otra. Para una correcta ejecución debemos saber de qué isla es cada danza que bailamos, y esto hace que, sin quererlo, vayamos conociendo su cultura y su historia.
En la danza oriental se utiliza un vestuario y unos ornamentos llenos de elementos metálicos creados por el hombre, y tejidos de vivos colores que realzan la feminidad de la mujer que la baila.
A diferencia, la danza polinesia, que aunque también utiliza tejidos de colores vivos y alegres, los adornos y gran parte del vestuario se fabrican con materiales naturales (hojas, rafia, cocos, flores y semillas) y marinos (caracolas, madreperla, nacar). Y la bailarina debe crear ella misma su vestuario e instrumentos.
Para entender aún más la diferencia que hay entre una danza y otra, debemos observar el contexto cultural en el que se desarrollan y el papel de la mujer en cada cultura.
Las caracterísitcas de cada danza son una expresión cultural del lugar y de la gente de dónde se desarrollan.
Sin querer caer en tópicos, es una realidad que la vida de la mujer en la cultura árabe está relegada a un segundo plano y que sus relaciones sociales tienen lugar de puertas para adentro. En esta sociedad patriarcal, a la mujer se le exige una conducta social muy limitada. No tienen libertad, y en muchos casos son consideradas con un status social inferior al de los hombres.
A diferencia de esto, cuando los europeos llegaron a la Polinesia se encontraron con una civilización en la que las mujeres disfrutaban del mismo status social y libertad que los hombres y que igual que ellos vivían su sexualidad de manera extrovertida y sin complejos (vestían con los pechos desnudos y no existían tabúes). Eran sociedades matriarcales, e incluso el rango social se heredaba por linea matriarcal.
Según atropólogos actuales, las características de la cultura Polinesia anterior a los misioneros evangelistas, se debía al desconocimiento de emociones como los celos, la dependencia emocional y la posesión en las relaciones, así como por la inexistencia de las perversiones sexuales, características de las culturas represoras de la sexualidad.
Las danzas de las islas de la Polinesia expresan abiertamente esta realidad, motivo por el que fueron prohibidas por los misioneros que se establecieron allí.
Mientras la danza árabe expresa una energía contenida de un modo enfocado y canalizado, casi como una seducción (no olvidemos que las bailarinas de antaño bailaban en prostíbulos y tuvieron que marchar de Egipto), la danza Polinesia expresa una feminidad libre, sensual pero no sexual.
No pretendo ofender a nadie con este artículo, pero es una realidad actual en nuestro país el auge de las danzas de la Polinesia, y muchas bailarinas y profesoras de danza árabe pretender cambiar de disciplina por sus similitudes. Así que he querido dejar constancia, desde mi experiencia, de las diferencias que existen entre ambas, ya que considero que le debemos un respeto a unas danzas y unas culturas que no son la nuestra.
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